Sin darme cuenta, he pasado de hacerle fotos en punto ruso y con una paciencia de santa por su parte, a verla vestida de novia, con la misma dulzura y aplomo después de todo lo que ha experimentado, con sus éxitos que nos tienen a todos llenos de orgullo.
Se casó Cris, la mayor de los sobrinos que es un ejemplo para los que vienen detrás y todos los que estamos delante.
Me hizo muchísima ilusión comenzar en la casa de Luanco, donde nos casamos unos cuantos y tantísimos recuerdos tenemos. Rebeca Pulido peinó y maquilló a la novia. No lo pudo hacer mejor y ¡no pudo trabajar más ese día!.
A continuación, nos trasladamos al Palacio de Meres, donde se vistió la novia y se celebró la boda.
El vestido lo diseñó Marcos Luengo, que también vistió a la abuela y la madre de la novia.
Mi debilidad en las bodas es la madre de la novia, siempre me gusta observarlas, me parece el papel más difícil y el que más desapercibido pasa. Y la mención va para ella, la madre de la novia, ¡qué guapa, prima!.
Había muchas invitadas jóvenes o no tanto, que me gustaron mucho, pero Telma Braña siempre es una de mis favoritas.
Después de la ceremonia, Balbona sirvió el aperitivo en el jardín y una vez terminada la cena comenzó el baile. A la familia del novio le sorprendió la tradición que hay en Asturias: el padrino comienza el baile con la novia para dar luego paso al novio.
¡Enhorabuena, Cris y Nano!. Y ahora, ¡a esperar el relevo!…